Familia en Malasia cruza el mar cada día para que sus hijos asistan a la escuela

Su esfuerzo refleja el valor de la educación sin excusas

Embarcación

Estos padres siempre han priorizado la educación de sus hijos, haciendo hasta lo imposible. Crédito: Shutterstock

En un rincón remoto de Malasia, una familia protagoniza una historia de compromiso y esfuerzo que ha conmovido a todo el país.

Mientras que muchas personas eligen el colegio de sus hijos en función de la cercanía al hogar, la familia de Jamaludin Musa ha decidido desafiar las barreras geográficas y naturales para garantizar una educación digna a sus pequeños.

Ellos viven en Kampung Salang, una aldea ubicada en Pulau Tioman, una isla paradisíaca del estado de Pahang. Sin embargo, el a centros educativos en esta región es limitado, especialmente en zonas más alejadas como la suya. Por eso, cada día, esta familia debe cruzar el mar para llevar a sus hijos al colegio.

Una travesía que empieza al amanecer

El día comienza muy temprano en casa de los Musa. A las 6:30 de la mañana, Rozalia Bodi, madre de familia, despierta a sus hijos: Armin, de 11 años, y Aida Izabella, de 8. Tras alistarse, montan una motocicleta para llegar hasta el embarcadero más cercano.

Allí los espera Jamaludin con la embarcación familiar, con la que cruzan el mar durante unos 15 minutos, atravesando 3 aldeas costeras hasta llegar a Tekek, donde se encuentra el colegio Sekolah Kebangsaan Tekek. Una vez que desembarcan, todavía deben recorrer otro tramo en motocicleta para llegar finalmente a la escuela.

@scubanaut16

Kalau di sekolah Armin Aida ada anugerah ayah terbaik mungkin ayah dapat sb ayah bukan saja jaga nyawa anak-anak ayah tp nyawa anak-anak orang lain ke sekolah.6 tahun bukan masa yg pendek,enjin bot jatuh dlm laut terpaksa ayah beli baru rm6k utk anak-anak ayah ke sekolah. Alhamdulillah Allah SWT memberi rezeki yg lebih atas pergorbanan ayah 😍 #behindthestory #ayah #myroutine #viraltiktok #sktekekpulautioman

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Todo este trayecto se repite en sentido contrario al finalizar la jornada. El padre regresa a buscarlos en barco y juntos emprenden el camino de vuelta a casa. En total, utilizan 3 medios de transporte cada día: moto, bote y nuevamente moto.

4 horas por tierra para llegar a la escuela, 15 minutos por mar

Aunque podrían llegar por tierra, el camino no solo es largo, sino también peligroso. La ruta terrestre implica más de 4 horas de recorrido, atravesando selvas densas, pendientes resbaladizas y zonas donde habitan animales venenosos. Por eso, la opción marítima, aunque no siempre fácil debido al clima, se ha convertido en su mejor alternativa.

“Por eso utilizamos una embarcación que tarda entre 10 y 15 minutos, a pesar de las inclemencias del tiempo”, explicó Jamaludin al medio local Sinar Harian.

El compromiso diario de esta familia no ha pasado desapercibido. Lo que para muchos sería un sacrificio extremo, para ellos es parte de su rutina, motivados por un objetivo claro: que sus hijos tengan a una educación de calidad.

Un esfuerzo que da frutos

El esfuerzo no es en vano. Armin y Aida Izabella no solo cumplen con sus estudios, sino que destacan por su rendimiento académico y por su participación activa en actividades deportivas. Esto llena de orgullo a sus padres, quienes ven en estos logros la confirmación de que el sacrificio vale la pena.

Jamaludin también ha tomado precauciones para garantizar la seguridad en el mar. Ha enseñado a sus hijos habilidades básicas de navegación, por si llegara a presentarse alguna emergencia. En una ocasión, recuerda, el motor del barco se desprendió, lo que lo obligó a comprar uno nuevo para continuar con los viajes diarios.

En un mundo donde el a la educación es, en muchos casos, una realidad cómoda y garantizada, historias como la de esta familia malaya invitan a reflexionar sobre el valor del compromiso y la perseverancia.

Lejos de excusarse por las dificultades geográficas, Jamaludin y Rozalia han hecho de su travesía diaria una lección de vida para sus hijos. Han demostrado que cuando la voluntad de educar es firme, no hay barrera que impida el aprendizaje.

Su historia es también un ejemplo para otras familias que enfrentan desafíos similares. A veces, lo único que se necesita es determinación y amor para cambiar el destino de una generación.

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